También es mío: El Barrio Concha y Toro

6 Dic

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Por José Agustín Jara Román.

Fue realmente impresionante para mí encontrarme sin querer con un lugar tan único, tan especial, del que poco se habla y que tanta importancia tiene. Pues es parte de la historia de mi país.

Todo comenzó un día domingo del mes de mayo en el año 2014, cuando sin querer divisé un callejón de adoquines y construcciones de fachada continua que llamaron tremendamente mi atención, pues de alguna forma siempre me sentí atraído por este tipo de calles, porque desde pequeño mi padre me llevó a conocer museos, lugares típicos y aprendí mucho sobre arte, cultura, historia y arquitectura, pero creo que fue la primera vez que me maravillé tanto con un lugar.

Fue tanta mi impresión, que detuve mi auto, bajé las ventanas y una vez que me recuperé del impacto de tan bello lugar, percibí lo negativo. Eran los rayados en las paredes y la suciedad, que contrastaban con la paz de un día domingo en la tarde y el sonido del agua de la fuente de la plaza Libertad de Prensa.

Sentado en una de las bancas me pregunté, ¿por qué la gente hace esto?, ¿acaso no entienden que cualquier daño a este lugar puede resultar irreversible?.

Pensaba e intentaba encontrar una explicación a tan nefasta perversidad y fue cuando sentí que el lugar pedía a gritos ser salvado, o quizás que alguien lo notara, pues también parecía estar abandonado. Es por eso que decidí volver algún día para hacer un intento por rescatarlo.

Nunca dejé de pensar en que tenía esta cuenta pendiente y meses más tarde regresé, esta vez en busca de los vecinos, con el fin de encontrar una explicación y entender el motivo del daño y el deterioro. Fue cuando conocí a Paola Segura, quien apareció mientras yo tomaba un par de fotos. Me llamó mucho la atención su forma de hablar, su inteligencia, su honestidad y su sabiduría. Luego de conversar con ella por cerca de 40 minutos, fui en busca de más personas.

Toqué la puerta de la Editorial LOM y Juan Aguilera accedió a conversar conmigo. Su punto de vista fue bastante optimista, aunque también se lamentaba por este inmenso daño.

Luego de tener dos puntos de vista, seguí tocando puertas y recogí varios testimonios con una grabadora. Toda esta información la convertí en un reportaje escrito, pero aún tenía sed y necesitaba saber más.

Dos meses más tarde se presentó la oportunidad de participar en un concurso periodístico y sin pensarlo mucho decidí hacer un documental, pero necesitaba ayuda y elegí a mi compañero Camilo Borcoski para embarcarnos en esta aventura.

Concurrimos muchas veces, trabajamos un montón, vivimos en carne propia y fuimos testigos de la mala utilización, incluso, captamos cómo algunas personas consumen drogas y alcohol, pues sin querer perjudicar a nadie, teníamos que mostrar la realidad.

Camilo consiguió una entrevista con el exalcalde Pablo Zalaquett, quien nos recibió en su oficina y habló de este problema del que tenía absoluto conocimiento y su testimonio sirvió para guiarnos a encontrar una solución.

La idea en un principio fue captar los testimonios de las personas en cámara, con el fin de llevarlo a las autoridades y que hicieran algo por el Barrio Concha y Toro, fue cuando conocimos a Joseph Westrate, Carmen Galleguillos y Débora Reche, quienes junto a Paola Segura y Juan Aguilera fueron los protagonistas de esta historia.

Una vez recogidos los testimonios, sentimos que teníamos que mostrar el lugar, es por eso que como caído del cielo, apareció DRONE INVADERS, una empresa que presta el servicio de cámaras aéreas y fue así como experimentamos por primera vez el periodismo con drones, permitiéndonos mostrar todo lo que no podríamos haber explicado con palabras o con una cámara convencional.

Finalmente, luego de esperar mucho, encontramos a la presidenta de la junta de vecinos, Patricia Pardo, quien contrastó toda la información y dejó entrever que también había mucha responsabilidad de los vecinos y creo que tenía toda la razón, el cuidado del patrimonio de un país es un trabajo que le corresponde a todos y en este punto específico nació el nombre del proyecto, intentando que todas las personas tuvieran sentido de pertenencia con este lugar y entendieran que al mal utilizarlo, se hacían daño a ellos mismos.

Una vez finalizado el trabajo, teníamos que mostrar esto a la autoridad máxima de la Municipalidad de Santiago y sin duda fue lo más difícil, pues su copada agenda no le permitió nunca hablar con nosotros, es por eso que 5 días antes de entregar el trabajo final, decidimos ir a buscarla a su lugar de trabajo. Al no ser preparada, no quedó otra opción que realizar la entrevista en la calle, mientras se dirigía a otra actividad.

Fue una tremenda sorpresa saber que estaba al tanto de nuestro trabajo, pero nunca quiso responder hasta ese día. Al momento de preguntarle por las denuncias de los vecinos, se mostró algo a la defensiva y como todos los políticos, tuvo respuesta para todo, incluso desmintiendo cosas indesmentibles, pues el Barrio Concha y Toro está viejo y deteriorado, clamando por ayuda.

Carolina Tohá - Pablo Zalaquett

No muchos saben que los periodistas no deben involucrarse sentimentalmente con las causas, pues nuestra labor es informar y mostrar la realidad para que a quienes les corresponde tomen cartas en los asuntos, sin embargo, esto fue imposible para mí, pues yo como ciudadano me encanté con este lugar y quería una solución.

Luego de pensar varias veces qué más podría hacer, llegué a la conclusión que difundiendo y mostrándole a todo el mundo qué es lo que está pasando, quizás algún día la solución al problema llegaría. Y aún sigo esperando…

Por ahora no queda nada más que hacer público el problema del poco cuidado y la ineficiente fiscalización del patrimonio histórico cultural a manos de las municipalidades y también del mayor responsable de la poca protección de lo nuestro; el gobierno a través de la entidad pertinente llamada «Consejo de Monumentos Nacionales».

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