Archivo | junio, 2014

La esgrima chilena y su negativa a morir

8 Jun

El apoyo económico juega un rol fundamental en el buen desempeño de los sablistas, espadistas y floretistas nacionales.

Por José Agustín Jara R.

Pese a ser uno de los deportes más antiguos del país, es probablemente uno de los más desconocidos y esto se debe a que por malas gestiones administrativas, problemas comunicacionales y poco apoyo gubernamental, la esgrima ha pasado por desalentadores momentos durante su historia, al punto de casi desaparecer, pero gracias a las acciones de unos pocos, quienes por amor al deporte y mucho esfuerzo han trabajado para no dejarla morir, ha ido lentamente resurgiendo, logrando un mayor reconocimiento y captando un mayor interés en las nuevas generaciones que siguen o buscan practicar este noble deporte.

LA ESGRIMA EN CHILE

Si bien existen discrepancias con su origen, todo indicaría que se inició de forma conjunta en toda Europa a inicios del siglo XV. Aunque los primeros manuales del deporte provienen de Italia, los que fueron escritos aproximadamente desde 1407, pero según las publicaciones de Jorge Torres Larrahona, expresidente de la Federación Chilena de Esgrima (FECHE), fueron los españoles quienes masificaron la disciplina y la llevaron a todos los países durante la época de la conquista.

En Chile sus inicios también son inciertos y ha tomado mucho tiempo en reconstruir la historia debido a que muchos datos fueron perdidos. Pero todo indicaría que el inicio se remonta a 1888, cuando Hugo Yanuskowski, sargento mayor del Ejército, tradujo y editó un manual de instrucción de esgrima para utilizarlo en el entrenamiento militar.

Aunque no fue hasta 1901 que la esgrima comenzó a tomar fuerza y se incorporó en cada una de la unidades del Ejército, en donde a petición del exministro de guerra Arturo Beza, fueron contratados dos profesores italianos: Orlando Cristini y José Scansi, este último, también fue el primer instructor en el momento en que la esgrima llegó al primer cuartel de Carabineros de Chile en 1905.

Posteriormente, bajo la dirección del subcomisario Luis Urbano Fleck, primer campeón nacional de florete y espada en la categoría militar, la esgrima abandona los cuarteles y se abre el primer curso para jóvenes organizado por Carabineros, el que tuvo gran éxito, logrando que sus alumnos obtuvieran excelentes resultados en competencias nacionales e internacionales, por lo que en 1915 se realizó el primer torneo de esgrima del país, el que fue dividido en sus tres modalidades: florete, sable y espada, pero también se hizo diferencia entre civiles y militares.

Luego del campeonato internacional de esgrima realizado en 1922 en Río de Janeiro, surge la idea de crear la FECHE, institución que fue constituida en 1923 con el propósito de fomentar este deporte en Chile, cuyo directorio fue presidido por Emilio Orrego Pardo.

CAMPEÓN DE MÉRITO PROPIO

Con el respaldo de esta entidad, se dio inicio a los grandes logros que han obtenido los esgrimistas chilenos durante la historia. Aunque al principio no fue fácil, puesto que los dos primeros deportistas designados por la FECHE para competir en los Juegos Olímpicos de París en 1924, no lograron conseguir medallas.

Uno de ellos, el capitán del Ejército Oscar Novoa, excampeón nacional de sable en 1919, acusó de parcialidad al jurado, por lo que se retiró de la competencia; en cuanto al otro competidor, el teniente Rafael Fernández, también excampeón nacional de sable en 1924, teniendo un gran desempeño, logró tan solo ser semifinalista. Este hecho marcó un hito en la historia del país, puesto que hasta 2004, a pesar que Chile clasificó hasta esa fecha en siete Juegos Olímpicos, ningún otro esgrimista logró llegar a una semifinal.

Pero siempre hay una segunda vez, y quien lo hizo fue el as de la espada Paris Inostroza, hijo de los esgrimistas Juan Inostroza Tapia y Berna Budinich Carrasco, quien hasta los 18 años, por falta de apoyo económico, no se proyectaba como esgrimista, pero cuando aparecieron los primeros fondos, se dio cuenta que podía realizar una carrera como deportista de alto rendimiento.

Dentro de sus logros más importantes, entre 1988 y 1992, fue múltiples veces campeón de florete y espada en las categorías juveniles; desde 1992 hasta 2009, siempre como espadista; fue once veces campeón del ranking nacional y dieciséis veces obtuvo el campeonato de Chile, siendo además elegido en doce oportunidades como el mejor deportista de la esgrima según el Círculo de Periodistas Deportivos de Chile (CPD).

En las competencias internacionales, ha tenido la carrera más exitosa entre los esgrimistas chilenos, logrando ser desde 1991 a 2013 nueve veces campeón sudamericano, posicionándose dentro de los 25 mejores del mundo entre los años 2000 y 2002; obtuvo el bronce en los Sudamericanos de Mar del Plata en 1995, Santo Domingo 2003 y Río de Janeiro 2007, plata por equipos en Winnipeg 1999, oro en el Panamericano de Brasil 2001 y fue representante del país en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996, Atenas 2004, Beijing 2008 y Londres 2012.

Actualmente es el número 4 de Chile y ha sido uno de los pocos que gracias a su propio mérito ha incentivado a los organismos del gobierno a invertir en el deporte y su éxito no solo ha servido de ejemplo para los jóvenes que se inician en la disciplina, sino que además, puso nuevamente el nombre de la esgrima en lo más alto, demostrando que pese a todas las adversidades, se puede tener una admirable carrera llena de grandes logros.

Luego de 25 años de trayectoria anunció en los medios su retiro, el que probablemente se efectúe en los Panamericanos de Toronto 2015, descartando participar en los Olímpicos de Brasil 2016 por sentirse desmotivado y cansado; aunque el deporte no quedará a la deriva, puesto que ya existen seguros reemplazantes, se trata de los hermanos Rolf Nickel y Heinz Nickel, números uno y dos de Chile en espada, quienes a su corta edad han tenido una sobresaliente carrera y se espera que representen al país en las próximas olimpiadas.

En cuanto a la vida después del término de su carrera, Inostroza no desecha la opción de ser entrenador de nuevos talentos, indicando que pese a lo difícil que puede ser vivir en un país en donde no se apoya lo suficiente al deporte, siempre estará ligado a lo que más ama, la disciplina más noble de todas, la esgrima.

UN PASADO TAMBIÉN DIFÍCIL

En Montevideo, en diciembre de 1945, se funda la Confederación Sudamericana de Esgrima, entidad que no solo sirvió para realizar campeonatos y fomentar el deporte dentro del continente, sino que además, impulsó al género femenino a ser parte importante dentro de todas sus competencias.

En su primer campeonato, en noviembre de 1946 en Buenos Aires, época en donde la esgrima nacional pasaba un mal momento por falta de recursos y problemas administrativos, asistió por primera vez una mujer chilena a un torneo internacional y pese a tan solo ganar uno de seis combates, la participación de la floretista Violeta Valencia, primera campeona femenina de Chile, fue un ejemplo para que otras mujeres decidieran practicar este deporte.

Aunque probablemente el gran desempeño de la peruana nacionalizada chilena Melba Woolcott fue el más importante de todos; entre 1963 y 1968, fue consecutivamente campeona nacional; en 1962 integró el primer equipo de damas del país y participó en el VI campeonato Sudamericano de Lima en 1966, derrotando a todas sus contrincantes, lo que provocó que fuera elegida por el CPD como la mejor deportista de la esgrima de ese año.

De esta forma más mujeres también decidieron practicar la disciplina y pasaron a ser parte de las diferentes escuelas que las entrenaron para hacerlas grandes deportistas, como a Carolina Román Bustamante, quien en 1977, a sus 16 años, ingresó a entrenar al Club de Esgrima de la Universidad de Chile, convirtiéndose rápidamente en la segunda campeona nacional de novicios de la historia en 1979, momento en donde la crisis de Chile de 1973 también había repercutido en la esgrima.

En esos años, tampoco existía la suficiente ayuda por parte del gobierno y todos los recursos que los esgrimistas necesitaban corrían por cuenta propia. “Siempre tuve que costear lo mío, mi madre con mucho esfuerzo compraba mis implementos, los que siempre han sido caros. Aunque la Federación se preocupaba de los viáticos y de quienes no podían pagar sus cosas”, relata.
Carolina a sus 52 años aún guarda los buenos momentos que vivió practicando este deporte y comenta que a pesar de haber tenido un entrenamiento muy duro, fue una linda época en su vida. “La esgrima me enseñó grandes valores, aprendí a ser responsable, a entrenar muy duro para conseguir lo que quiero, a trabajar en equipo y conocí a grandes personas”.

Aunque al terminar la enseñanza media, su escuela le exigió como requisito estudiar una carrera universitaria y al no poder cumplir con esto, decidió abandonar la esgrima. “Eran tan exigentes, que era una obligación entrenar cuatro horas diarias, pero también exigían simultáneamente seguir con los estudios y como no lo tenía claro, decidí dejarla”. Al año siguiente estudió publicidad y aunque siempre estuvo pendiente del éxito de su equipo, nunca más tuvo en sus manos un florete.

Por estos días también recuerda a algunas de las compañeras que entrenaban con ella y tuvieron una exitosa carrera; Heidi Burckhardt y Verónica Espinoza, quienes lograron ser en varias oportunidades campeonas nacionales de florete y ambas fueron elegidas como las mejores deportistas de la esgrima por el CPD en 1984 y 1986 respectivamente.

Pese a estar desvinculada al deporte, Carolina recomienda a los padres a que integren a sus hijos a practicarlo por los grandes valores que este entrega. “Es muy bueno porque enseña orden y disciplina, y los clubes son como una segunda familia en donde todos se quieren mucho. Es una pena que las autoridades no se preocupen por los deportistas, porque solo se acuerdan cuando les va bien, pero tampoco hacen mucho por ellos, solo están ahí cuando rinden bien y si les va mal, simplemente se olvidan de su existencia”, destaca.

LA PRIMERA Y LA ÚNICA

La esgrima es practicada hace muchos años por hombres y mujeres, pero la participación de ellas en los Juegos Olímpicos no fue hasta París 1990 y en el caso de Chile, no fue hasta Sídney 2000, donde a pesar de no haber obtenido grandes resultados, la espadista franco-chilena Cáterin Bravo se convirtió en la primera y única mujer hasta ahora en clasificar en ese evento, haciéndolo también años más tarde en Londres 2012, donde tampoco obtuvo medallas; aunque sí lo hizo en los Sudamericanos de Cuenca 1998 y Belem 2002, donde consiguió el oro para Chile; también plata en los Sudamericanos de Buenos Aires 2006, bronce en los Panamericanos de Guadalajara 2011 y plata en los Sudamericanos de Santiago 2014, convirtiéndose así en la mejor esgrimista femenina de la historia nacional en competencias internacionales.

Bravo fue criada en una familia de destacados esgrimistas y la tradición se inició con su bisabuelo Alberto Bravo Navarro, luego siguió con su abuelo Alberto Bravo Barra y también con su padre, Héctor Bravo Zamora, quien fue su mentor, iniciándola en la disciplina a los siete años mientras vivían en París, lugar en donde la espadista alcanzó sus primeros logros, llegando a ser seleccionada nacional juvenil. Aunque nada hubiese sido posible sin su propio mérito, el que luego de cinco días a la semana de intenso entrenamiento trajo sus frutos.

En 1994 el clan Bravo-Aránguiz regresó a Chile y Héctor Bravo es contratado por la FECHE como director técnico nacional; mientras que por su parte Cáterin, tras haberse incorporado al equipo nacional, logró realizar una de las más importantes carreras como esgrimista, siendo campeona nacional juvenil en 1994 y 1995; campeona del ranking nacional de damas en diez oportunidades y campeona de Chile en otras seis. Además fue elegida como la mejor deportista de la esgrima por el CPD en 1998, 2000, 2013 y 2014, y ha sido siete veces campeona sudamericana, alcanzando la posición número 36 del ranking mundial de la Federación Internacional de Esgrima (FIE).

A sus 38 años, pese a seguir número uno en el ranking nacional, ha tenido la capacidad de re inventarse, tomando posiciones administrativas para no dejar caer a la esgrima, la que al igual que otros deportes, se recupera de un periodo de decadencia, renaciendo en una cultura en donde los deportes parecen nunca ser la prioridad.

Cáterin Bravo crítica el apoyo que el deporte tiene por parte del gobierno y aunque la ayuda ha incrementado en los últimos años, cree que sigue siendo deficiente. “Las federaciones se evalúan según su rendimiento y de acuerdo a eso, se les da un presupuesto. Las cosas cambiaron en comparación con años anteriores, pero el apoyo sigue siendo insuficiente. Mi rival en la final de los Odesur está radicada en Polonia hace 15 años, su entrenamiento fue obviamente mejor y para recibir ayuda, nosotros tenemos que tener el mismo nivel, por lo tanto se hace difícil”.

Además hace una comparación de Chile con otros países latinoamericanos, los que sí prestan apoyo a sus deportistas. “Brasil, Argentina y Colombia están a años luz de nosotros, ellos tienen una cultura deportiva. Aquí falta mucha difusión, inversión e infraestructura, aunque también hay que re encantar a la gente. Eso tenemos que hacerlo difundiendo, realizando exhibiciones en colegios y teniendo buenos profesores, para que la esgrima sea mirada con otros ojos”.

La espadista considera que la falta de apoyo a los jóvenes es otro elemento negativo, y esto no deja de ser, puesto que desde la década del 2000, por falta de medios, no existieron sucesores de quienes se destacaron en algún deporte, provocando en algunos casos que los más antiguos extendieran sus carreras, mientras que quienes se retiraron, dejaron a su disciplina vagando en el limbo. “En Chile se invierte mucho en las cartas seguras, en los deportistas más famosos, por lo tanto no tenemos recambio, no hay relevo y como no se apoya a los más jóvenes, se desmotivan y se retiran. Lo que falta es motivarlos, con apoyo económico y con competencias internas para que el nivel mejore”.

Actualmente es vicepresidenta de DAR Chile, comité asesor del Ministerio del Deporte, encargado de diversas gestiones relacionadas al mundo deportivo, además da charlas valóricas y hace exhibiciones en los colegios; esta iniciativa surgió a raíz de un comentario que le hizo a la prensa luego de haber salido ofuscada tras su derrota en Londres 2012, referente al poco sueldo que reciben los deportistas, provocando adversas reacciones, por lo que se sintió con la misión de revertir esto antes de su retiro. “Estuve toda la noche leyendo comentarios negativos en Twitter. Todo el mundo se sintió facultado para emitir una opinión sin tener toda la información. No podía dejar que mis 30 años de carrera se redujeran a puros comentarios negativos, es por eso que me planteé nuevos desafíos”, comenta.

Por otra parte, es instructora de alrededor de 30 alumnos en el Club Manquehue, lugar en donde se está construyendo la sala de armas más grande del país, la que contará con seis pistas de competencia gracias a una gran inversión.

En cuanto al problema del recambio y el futuro de las esgrimistas, ya se están preparando sus probables sucesoras; se trata de la espadista Analía Fernández, actual número uno de Chile en la categoría cadetes, quien Cáterin cree, será su sustituta y toda su fe está puesta en ella. “Tiene muchas posibilidades si sigue entrenando arduamente”. Aunque también se siente contenta por el desempeño de Paula Silva, ganadora del oro en los Odesur de Santiago 2014. “Paula es hija de mucho trabajo, se sacó la mugre para lograr el oro y lo tiene bien merecido”.
Con respecto a sus sueños, como profesora, espera recibir a más alumnos, indicando que desde los cinco hasta los sesenta años, todas las personas son bien recibidas en los clubes. Como deportista, hace un tiempo piensa en el retiro, pero aún recibe apoyo y rinde de buena forma, por lo que tiene la motivación necesaria para seguir. “Voy paso a paso, mi objetivo de este año era Santiago 2014, evalué como me fue y ahora mi objetivo es Toronto 2015, después de eso veré qué pasará conmigo”.

LOS BRAVO, SCARAMOUCHE Y LA FECHE

En 1962, a raíz de la no contemplación de las categorías juveniles por parte de la FIE, fue creado el legendario Club Scaramouche, fundado por los hermanos Alberto y Héctor Bravo Zamora, quienes en ese tiempo eran esgrimistas “libres” y como la organización les obligaba a pertenecer a un club para ser contemplados como deportistas, luego de haber abandonado el Club de Esgrima de la Escuela Militar, decidieron conformar su propia agrupación, arrendando las dependencias de la FECHE, e integrando a unos pocos estudiantes que querían realizar esta disciplina.

Más tarde los hermanos Bravo consiguieron destacarse enormemente, poniendo su apellido dentro de las elites del mundo de la esgrima; el maestro Alberto Bravo ha ostentado más de diez títulos a lo largo de su carrera, además fue elegido como el mejor deportista de la esgrima en 1964, mientras que su hermano, Héctor Bravo, logró ser cinco veces campeón de Chile en sable y florete, participó como entrenador nacional en los Juegos Olímpicos de Sídney 2000 y Atenas 2004, fue elegido como el mejor deportista de la esgrima por el CPD en 1965 y 1972 y ha sido el único esgrimista galardonado con el cóndor de oro por ser el mejor deportista de Chile en 1972.

Alberto Bravo cuenta que la casona de la FECHE fue comprada cerca de 1945 por el excampeón nacional Enrique Accorsi Teuthorn y desde entonces, siempre ha sido difícil sustentarla. “Ha faltado ayuda del gobierno, pero también falta ayuda de las empresas constructoras quienes podrían hacer un edificio y destinar un espacio para nosotros. Nadie quiere invertir en nosotros”, aunque según él, también han existido otro tipo de malas gestiones. “Después de 1973 hubo dirigentes ligados al mundo deportivo que se arrancaron con dineros de la Federación y actualmente hay muy mala administración en la FECHE, traen a gente no capacitada que no tiene idea del deporte”, comenta.

Por estos días se desempeña como instructor de Scaramouche, uno de los 25 clubes para civiles y tres de las grandes promesas de la esgrima pertenecen a él; se trata de los espadistas Daniel Miranda, actual número tres de Chile, su hermano Nicolás Miranda, sexto en la misma clasificación y Analía Fernández, quinta en el ranking nacional de damas, aunque también destaca a los hermanos Rolf y Heiz Nickel, ambos pertenecientes al Club Deportivo Manquehue.

“En los 60’s habían 100 esgrimistas en todo Chile, ahora somos 2500”, comenta orgullosamente el maestro, quien pese a sentirse algo frustrado, sigue de pie intentando levantar a la disciplina y su única gratificación es el gran cariño y respeto que sus alumnos sienten por él.

El clan Bravo ha sido uno de los pocos en dedicar su vida a la esgrima, y a pesar de todas las adversidades que se han presentado durante la historia, aún siguen trabajando para levantar el deporte dentro del país, aunque sin la retribución correspondiente, puesto que aún existe un gran déficit en el apoyo gubernamental, aunque es de esperar que en los próximos años exista un cambio y sus alumnos corran con mejor suerte que ellos.

Sin duda la esgrima ha entregado lo suficiente al país como para recibir a cambio un mayor reconocimiento y apoyo, los que siempre han sido deficientes, tanto por parte del gobierno como de la sociedad. Cabe mencionar que los deportistas en otros países tienen la ayuda económica necesaria para costear sus entrenamientos y viajes para competir en las clasificaciones, en cambio en Chile, solo se destina dinero para algunas de ellas, por lo que los deportistas son quienes deben autofinanciarse pese a sus bajos sueldos, lo que provoca su desmotivación y pone en riesgo al deporte, demostrando que Chile está lejos de ser un país integralmente desarrollado.

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